Tapices con nombre propio: Josep Royo

2023-02-15 16:17:25 By : Mr. Kevin Parts

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«He trabajado mucho, pero también he disfrutado con mi trabajo». Conversar con Josep Royo (Barcelona, 1945) es hilar fino en la vida y obra de un artista textil que se ha hecho un nombre propio en el mundo del tapiz. Ahora, la exposición Josep Royo. Una forma oberta que cau a pes, que se puede visitar en el Museu d’Art Modern de la Diputació de Tarragona hasta el 28 de mayo, reivindica la trayectoria del prolífico artista.

Para ello, se exhiben una veintena de tapices que brillan con luz propia, para alejarse de la sombra de los artistas con los que colaboró, como Joan Miró, Antoni Tàpies o Eduardo Chillida. «Sus obras reflejan la modernización de la técnica y la intención de colocar el tapiz entre las formas de arte contemporáneo», explica el comisario de la exposición, Carles Guerra. Asimismo, sobre el epígrafe de la exposición Josep Royo. Una forma oberta que cau a pes, él mismo describe que «es una frase que sirve para todos los tapices que hizo Royo, en la medida que son acumulaciones de tejido que en su caída cogen forma».

Sobre sus inicios, Josep Royo rememora que «era muy mal estudiante y por circunstancias familiares a los 14 años empecé a trabajar en la Fábrica de Alfombras y Tapices Aymat. Hasta entonces no sabía lo que era un tapiz». Por aquel entonces, Royo anhelaba ser pintor y no podía imaginarse que convertirse en un maestro del tapiz le encumbraría a nivel internacional, conquistando, como indica él mismo, «la Galeria Joan Gaspar, la Maeght de Barcelona, la Martha Jackson de Nova York y la Eva Cohon de Chicago, o incluso el premio Aranjuez de obra textil en 1986». La exposición también reúne obra sobre papel y documentación vinculada al autor.

Mientras, los tapices pertenecen al propio autor y también proceden de colecciones particulares y de entidades como el Museu Tèxtil de Terrassa, el Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès, el Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés o la Fundació Germán Lopez i Marián Sanz.

Asimismo, la personalidad artística de Josep Royo se ve reflejada en cada uno de ellos, cuya motivación «siempre ha sido que la gente pueda formar parte de mis obras, es decir, de mis paisajes personales y lenguaje».

Técnicamente, el comisario de la exposición también destaca que «Josep Royo rompió con la tradición burguesa del punto fino y plano, introduciendo volúmenes, fibras de todo tipo, alambre, plásticos y tejidos de confección. Desjerarquiza los materiales que hasta el momento se utilizaban en el tapiz tradicional y lo convierte en un espacio de brutalidad material».

En esta línea, Carles Guerra destaca que el artista textil «además de ser pionero en introducir materiales poco habituales en la historia del tapiz, fue una persona disciplinada, en el sentido que cuando encontraba una solución, la agotaba y la repetía hasta estudiar todos los resultados posibles».

Por todo ello, el comisario hace hincapié en que la exposición quiere bifurcarse de la relación artística que Royo mantuvo con Joan Miró. «Joan Miró enseguida captó a Royo como cómplice para colaborar de los experimentos que él hacía con la pintura.

Pero curiosamente por hacer experimentos con la pintura, Miró encontró en los propios experimentos del tapiz que hacía Royo una forma de inspiración. Aunque parece que Royo solo le ayudó técnicamente, creo que le aportó una paleta de recursos extraordinaria y que Miró incorporó en los sobreteixims».

Así, tras el fallecimiento de Miró y el desmantelamiento del telar de La Farinera de Tarragona –donde ambos elaboraron tapices monumentales– Carles Guerra recuerda que «Royo continua con su trayectoria obsesionado por la idea de recuperarse como pintor. Él acaba enrabiado con el tapiz, porque cree que le ha robado el nombre, cuando en realidad ha triunfado».