Ada Celsa Padilla: “La costura es mi vida, tejer es mi terapia” - El Nuevo Día

2023-02-15 15:30:58 By : Ms. Jennifer Zhou

Este contenido fue redactado y/o editado por el equipo de GFR Media BrandStudio.

martes, 27 de abril de 2021 - 4:00 a.m.

Por Enid M. Salgado Mercado

Hubo una época en la cual había una máquina de coser en cada hogar. Era habitual hacer en casa piezas básicas de ropa, especialmente si se tenía una familia numerosa y pocos recursos económicos. Así se pasaba el conocimiento de esta destreza y se desarrollaba un talento y amor por un arte.

“Mami compraba tela en el centro del pueblo y nos hacía el mismo traje a las últimas tres niñas. Somos nueve y soy la menor de las siete hermanas. Yo observaba la máquina y me quedaba extasiada. Mi mamá no me dejaba usarla. Me cortaba tela para que hiciera trajecitos a mis muñecas, pero a mano. Tendría unos cinco años”, contó Ada Celsa Padilla, costurera y tejedora.

Una de sus hermanas, maestra en Economía Doméstica, aprovechó unas vacaciones para enseñarle a usar la máquina de coser, creando su próximo uniforme escolar de sexto grado.

Su pasión por la costura, la llevó a dejar sus estudios en Humanidades, en la Universidad de Puerto Rico, adentrándose en el mundo de las telas al conseguir trabajo en Arzuaga Fabrics, en el Paseo De Diego, en Río Piedras. “Me llevé la máquina de coser al hospedaje y busqué un sitio donde me enseñaran patrones. Luego de dos años en la universidad, me cambié al Liceo de Arte. Estudié corte y confección de vestidos y patrones, y me dediqué a coser” narró la admiradora de la diseñadora Coco Chanel.

Al tiempo, tuvo a su primogénita y comenzó a trabajar en la desaparecida tienda Boots and Bags, de Plaza Las Américas, mientras cosía por encargo. Allí, una de sus compañeras le enseñó a tejer en sus ratos libres. Su primera pieza tejida fue un abrigo, en blanco y vino, que le hizo a su hija.

Un sueño en desarrollo quedó hecho cenizas cuando un incendio en su apartamento quemó todos sus patrones, telas y piezas. Ese fuego trajo una gran tristeza que le duró años. Aunque una prima le regaló una máquina de coser, no la usó por casi una década. Mientras, se dedicó a criar a sus otros dos hijos, que vinieron poco después.

Luego de retomar la costura y el tejido, en el 2008 se certificó como artesana en labores de aguja y comenzó a participar en ferias artesanales, hasta poco antes del huracán María, cuando se cayó en una de esas actividades.

Doña Ada comenzó a tener varias caídas, rigidez en una de sus piernas, temblor y debilidad en una de sus manos, lo que anunciaba el inicio de un padecimiento.

Desde hace ocho años, doña Ada es paciente de párkinson, una enfermedad neurodegenerativa que afecta múltiples áreas del cuerpo. En su caso, le ha alterado su perspectiva visual, el volumen de su voz y la rigidez en sus piernas, lo cual le dificulta al controlar el pedal de la máquina de coser.

Esto ha hecho que el tejido sea lo más que usa para crear nuevas piezas. Teje con agujas en su balcón o usa una máquina manual Addi en su taller. “El tejido me relaja. Todo lo que uno hace con las manos es una terapia. Por las manos se va la tensión”, enfatizó.

A sus 62 años sueña con tener un bazar en su casa, en Naranjito, y aprender a hacer puntos de cruz. “Yo lo que quisiera es poder hacer más. Yo sé que no tengo el mismo tiempo, ni los mismos recursos, pero yo puedo. Tengo la cabeza bien todavía. Yo aquí me quiero sentir productiva”, afirmó la artesana, quien tiene su propia página de Facebook, Creaciones Ada.

Este contenido fue redactado y/o editado por el equipo de GFR Media BrandStudio.

Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: